Miércoles, 24 Septiembre 2025 14:05

Lugares primaverales de la Provincia para mirar el atardecer y merendar

Desde la costa atlántica hasta los pueblos del interior, pasando por la ribera del Río de la Plata, esta estación del año se despliega en escenas donde el cielo se tiñe de colores cada tarde. Tres lugares, en particular, ofrecen esa combinación perfecta de paisaje, calma y sabor: Monte Hermoso, Punta Indio y Suipacha.

Cada uno con su encanto, estos destinos invitan a detenerse, a mirar y a dejarse envolver por la luz dorada del atardecer, mientras la merienda se convierte en un puente entre el día y la noche.

Monte Hermoso: la playa donde el sol juega a repetirse

Quien llega a Monte Hermoso descubre que el mar aquí guarda un secreto que lo diferencia de todas las demás playas argentinas: es el único lugar de la costa donde el sol puede verse tanto al amanecer como al atardecer reflejado sobre el agua. La geografía del lugar lo hace posible, y esa rareza lo vuelve aún más magnético.

La primavera lo encuentra distinto al verano. Sin el bullicio de sombrillas y carpas, la playa se convierte en un escenario casi privado. El viento sopla más suave, las olas golpean con ritmo sereno y caminar por la arena tibia es un ejercicio de calma. Al caer la tarde, la costa se tiñe de dorado. 

En Sara Pastelería se concreta el ritual tan nuestro de merendar al aire libre. Todo tiene otro gusto cuando se combina con el espectáculo del sol hundiéndose en el mar. “Es un espacio cálido y ameno para disfrutar en cualquier momento del día. Ofrecemos pastelería clásica y casera como cheesecake, selva negra, torta imperial, crumble de manzana, crumble de pera con almendras, alfajores de pistacho y frambuesa, maicena y masa sablée, brownies, budines”, detalló Estefanía Gómez, chef pastelera y propietaria de Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.a-.

En un espacio amplio para 45 personas y lugar al aire libre apto para llevar mascotas “La carta incluye variedad de bebidas frescas, licuados, smoothies. También tostados, avocados toast, opciones keto y sin tacc. Nos destacamos por elaboraciones caseras, sin aditivos. Nuestras especialidades son el carrot cake, el cheesecake de frutos rojos y la tarta de ricotta”, agregó.

Monte Hermoso invita, además, a perderse en sus alrededores. El Faro Recalada, el más alto de Sudamérica, se levanta como testigo de navegantes, y sus atardeceres vistos desde la costa cercana multiplican la postal. La primavera allí propone recordar que los mejores lujos de la vida suelen ser los más simples: mirar el horizonte y sentir que el día termina de la mejor manera posible.

Punta Indio: cuando el río se convierte en espejo

El viaje hacia Punta Indio es ya en sí mismo una experiencia: los caminos se van abriendo entre arboledas que en primavera renuevan su verde brillante. El Río de la Plata aparece primero como un rumor lejano y luego como un manto inmenso que, al atardecer, se enciende con tonos dorados y anaranjados.

El silencio tiene un valor especial en ese lugar. No hay multitudes que tapen los sonidos de las aves, ni ruidos que interrumpan la calma. El río refleja el cielo como si fuera un espejo y, con la caída del sol, cada minuto se convierte en un cuadro distinto.

La parada más sabrosa del pago para merendar es La Once. “Un espacio que nació en el año 2022, donde ofrecemos comidas caseras. En el sector cafetería tenemos los clásicos como el americano y el capuchino y La Bomba que es la estrella”, contó Sabrina Bouchier, encargada de laonce restobar. También tienen opciones saladas como tostados y crutones.

Punta Indio es tierra de historia y naturaleza. Con reservas naturales y comunidades que mantienen tradiciones vivas como Parador Indiana:“Recuperamos la arquitectura antigua de estación de servicio YPF que data de 1936 y la convertimos en un hermoso parador. Donde se cargaba nafta están las mesas y servimos comida casera de excelente calidad”, expresó Diana Pontnau, propietaria y cocinera de -@paradorindiana-. Cuenta con gran variedad de platos salados y dulces, cafetería, bebidas, pizzas, milanesas, hamburguesas con papas y postres.

Suipacha: horizontes encendidos en la llanura

La ruta hacia Suipacha recorre campos sembrados, molinos que giran sin prisa y pequeños caseríos que parecen sacados de otra época. Es un viaje hacia la esencia del interior bonaerense, donde el ritmo se mide en cosechas y en cielos.

En primavera se viste de verde profundo. Los caminos rurales, bordeados de árboles, guían hacia estancias y chacras donde la vida transcurre en contacto directo con la tierra. Y cuando la tarde empieza a caer, el campo se transforma.

En Suipacha, el aire tiene perfume a campo y queso recién hecho. Este rincón bonaerense se convirtió en sinónimo de sabores lácteos: tambos familiares, fábricas artesanales y almacenes de ruta que invitan a frenar para probar desde un cremoso brie hasta un gouda dorado. Tierra de quesos porque allí no se trata solo de producir, sino de mantener una tradición que combina trabajo rural, recetas heredadas y un amor compartido por el buen comer. Cada visita es una excusa para recorrer la ruta del sabor, con picadas que cuentan la historia de un pueblo que hizo del queso su identidad.

El cielo se abre inmenso, sin obstáculos, y el atardecer despliega una paleta de colores que va del naranja brillante al violeta intenso. Es el momento perfecto para detenerse junto a un camino, desplegar una mesa improvisada y disfrutar de la merienda mientras el día se va apagando lentamente.

La primavera bonaerense regala ese privilegio. En cada rincón, un atardecer distinto; en cada lugar, una forma de reencontrarse con lo simple. El murmullo del mar, el reflejo del río o el horizonte abierto del campo son marcos perfectos para un momento que no necesita más explicación.

Porque al final, lo que queda no es solo la foto del atardecer ni el sabor de la merienda, sino la certeza de que en la Provincia Bonita Argentina siempre hay un rincón esperando para recordarnos lo esencial: que la vida, cuando se mira con calma, tiene otro ritmo.

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